Contraseñas, son las que garantizan nuestra seguridad y sin embargo son las que más nos preocupan hoy en día. Las utilizamos para desbloquear nuestros celulares, para ingresar a nuestros mails, redes sociales e incluso debemos emplearlas cada vez que ingresamos a nuestros servicios bancarios. La inquietud por mantener seguros nuestros datos prácticamente domina nuestra vida, sin embargo a comienzos de este año, la encuesta LastPass Sharin Survey reveló que el 81% de las personas comparten sus contraseñas poniendo en riesgo desde su identidad hasta su información financiera.
Resultantes de complejas combinaciones que uno tiende a olvidarse e incluso una vez que logramos memorizarlas nos piden cambiarlas nuevamente, las contraseñas generan por ejemplo un gran conflicto para la industria financiera. De hecho, el 60% de las quejas que reciben los bancos en América Latina en sus call center resultan consecuencia del proceso de validación, regeneración de contraseñas y enrolamiento de los usuarios.
Vivimos en un mundo conectado y altamente dinámico donde la preocupación de los usuarios por mantener seguros sus datos se ha incrementado notablemente. Como consecuencia de la transformación digital resulta entonces necesario desarrollar un método de autenticación que garantice un equilibrio entre la seguridad y la experiencia de usuario.
La biometría es la respuesta a este nuevo paradigma y resulta clave para la industria financiera. Anteriormente y bajo la premisa de las contraseñas, los bancos solicitaban al usuario para sus distintas operaciones algo que ellos tenían, en el caso por ejemplo, de una extracción en cajero automático sería la tarjeta de débito y algo que solamente ellos sabían, su contraseña. Sin embargo estas últimas son materia de fraudes constantes. La biometría en cambio sólo requiere algo que el usuario es, autentica la cara, o su voz, o su huella dactilar.
De esta forma, permite establecer la identidad de una persona, mediante un análisis de cualidades que son propias y únicas de cada individuo. Gracias a determinados patrones con esta tecnología se puede detectar si lo que se presenta frente al celular es la persona en vivo (“prueba de vida”) o si son comportamientos anómalos como puede ser una foto o video que intenta desbloquear el servicio e incurrir en fraude.
Los principales beneficios relacionados a esta tecnología es que brinda un acceso único y exclusivo además de la comodidad y facilidad de acceso a los diferentes servicios lo que trae aparejada una de las más importantes tendencias de la era digital, mejorar la experiencia del usuario. Ya no será necesario recordar claves para ingresar a una aplicación y la información estará siempre protegida de cualquier ataque cibernético por suplantación de identidad.
Los sistemas de reconocimiento facial, de voz o de huella dactilar combinados con un segundo factor de autenticación son modelos que cuentan con una precisión tan alta que es posible identificar a una persona en tan solo milisegundos. Inclusive con este sistema se puede solicitar una prueba de vida según la transacción en relación al nivel de riesgo de la misma como hacer un movimiento con toda la cara tan simple como sonreír.
En conclusión, consideramos que la biometría es el camino indicado para resolver los desafíos que hoy enfrenta la autentificación en el sistema financiero. Esto no sólo permitirá aumentar la seguridad del canal, sino también, aumentar la tasa de uso y recurrencia. Hoy los usuarios no quieren atravesar procesos complejos, recordar contraseñas, ni seguir extensos pasos de registro, y entonces terminan abandonándolo. Por eso “sonría, lo estamos autenticando”, de una forma sencilla, segura y sumamente práctica, que tenderá a reemplazar – o complementar – los métodos anteriores.
Marcelo Fondacaro, Director Comercial de VeriTran