Si la tensión independentista ya provoca pérdidas a las empresas españolas que trabajan en Cataluña y viceversa, una declaración unilateral de independencia (DUI) tras las elecciones podría conducir a una completa incomunicación telefónica de Cataluña con el extranjero.
Un nuevo estudio de la consultora en telecomunicaciones fonvirtual vuelve a confirmar que las empresas españolas que trabajan en Cataluña utilizando números de teléfono con prefijo 93 de Barcelona, generan mucho más negocio que aquellas que solo ofrecen su número habitual con prefijo de cualquier otra provincia española.
Se trata de una actualización de un estudio ya efectuado hace dos años, donde se pone de manifiesto que la reciente escalada de tensión entre Cataluña y España ha tenido inevitablemente su reflejo en el ámbito de los negocios.
A día de hoy, según los datos del informe, las empresas españolas que trabajan en Cataluña con un número de teléfono con prefijo 93 pueden llegar a generar hasta un 36 % más de volumen de ventas que las que trabajan con prefijos del resto de provincias. Aunque la percepción que tiene el cliente sobre el origen de la empresa siempre ayuda para que las más próximas geográficamente obtengan mejores resultados de venta, el informe concluye que en el caso de Cataluña se observan diferencias demasiado “sensibles” y “en crecimiento”, solo imputables al conflicto independentista.
Del mismo modo, las empresas catalanas que compiten en toda España con teléfonos de contacto con prefijo 93 atraviesan muchas más dificultades que aquellas que disponen de números con prefijo 91 de Madrid o de cualquier otra provincia no catalana. El informe establece la diferencia en casi un 23% menos en el volumen de venta de las empresas catalanas que trabajan solo con prefijo 93 en contraste con aquellas que utilizan prefijo 91 u otros nacionales.
Estos datos deben interpretarse dentro del actual contexto de auge del independentismo catalán, proceso que finalmente podría cristalizar en las próximas elecciones del día 27. Fonvirtual también aprovecha en su informe para recalcar la enorme incertidumbre que se crearía en el caso de una independencia de Cataluña. Como ya recogió en un estudio anterior, la independencia podría provocar a Cataluña la pérdida del prefijo telefónico internacional español (+34), debiéndose buscar con urgencia soluciones alternativas que eviten la incomunicación de Cataluña, hasta que se le asigne un nuevo prefijo internacional.
Y es que este proceso de asignación de un nuevo prefijo internacional no sería tan rápido como cabe pensar; los precedentes nos remontan al caso de Kosovo, que tuvo que esperar 7 años desde su declaración de independencia hasta obtener un prefijo, durante los que empleó el prefijo de Serbia para las líneas fijas y los prefijos de Mónaco y Eslovenia para las móviles.
Lo que sí parece claro es que las llamadas entre Cataluña y España no solo dejarían de ser nacionales sino que, debido al nuevo estatus de Cataluña, se tarificarían a un precio mucho más alto que con cualquier otro país de Europa. A corto plazo, la inclusión de Cataluña en la llamada zona 1 (donde aparecen la mayoría de países europeos) sería imposible, aplicándose precios mayores propios de las llamadas a países de la zona 2.
Otro escenario que no se descarta en caso de DUI sería la asignación de un prefijo ad hoc (diferente de los prefijos catalanes 93, 972 etc) para que las empresas y particulares radicados en Cataluña puedan comunicarse dentro del ámbito español de telecomunicaciones con tarificaciones equivalentes a llamadas nacionales, retando claramente al hipotético nuevo regulador de telecomunicaciones del estado catalán.
Igualmente, gran parte de las instalaciones e infraestructuras de telecomunicaciones que existen actualmente en Cataluña son titularidad del Estado español, debiendo afrontar el nuevo estado catalán la compra de las mismas, encareciendo notablemente la puesta en marcha del sistema telefónico en Cataluña o, en una jugada aun más atrevida y polémica, expropiárselas al Estado español.
Parece claro que con independencia de lo que suceda este domingo en las elecciones, las empresas españolas y catalanas ya están padeciendo los rigores de la tensión independentista, enfrentándose a un futuro incierto y que parece solo ofrecer inestabilidad a sus negocios a corto plazo.